El gran
día llegó. El teléfono sonó, él lo cogió, era su hermana que estaba en el
hospital con una preciosa niña en sus brazos. Cuando colgó, con su cara de felicidad,
miró por la ventana, hacía un día precioso, como la niña que acababa de nacer.
"Cuando
Gregor Sansa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se
encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto, estaba tumbado en
su espalda dura y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía
un vientre abombado, parduzco, dividido en partes duras en forma de arco sobre
cuya protuberancia apenas podría mantenerse el cobertor, apunto ya de
resbalarse al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación
con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas delante sus ojos.
-¿Que me
ha acorrido?, pensó.
No era
un sueño. Su habitación, una autentica habitación humana, si bien algo pequeña,
permanecía tranquila entre las cuatro paredes, harto conocida."
2Dictado"(KAFKA, 2002:p:9)
Se
levantó, se quedó sentado en la cama
para mirar su alrededor, vio toda la ropa de la noche anterior encima de la
silla. En la mesa, lejos de la cama, estaba su móvil, pero no tenía fuerzas para
moverse y coger el móvil para ver quien le había despertado. Aún era de noche,
y no se oían los pocos coches que pasaban por el centro de Barcelona. No sabía
porque estaba tan cansado, si ayer se fue a la cama pronto, seguro que había
tenido un mal sueño.
Gregor estaba harto de la rutina, de los días
de trabajo y harto de levantarse pronto. Cada día tenía que escuchar el
despertador, con su horrible música. Pero ese día, se dio cuenta que se había
despertado una hora antes, porque algún madrugador se había equivocado de teléfono
y le había llamado a él, se metió dentro de la cama y se fue a dormir, ya que
le faltaba una hora para levantarse y aún tenía tiempo de seguir soñando.
KAFKA,
F. (2002): la metamorfosis y otros cuentos;
ed. El País, Madrid