Había una
vez, un dinosaurio despistado. Él, iba por el bosque, pensando en sus problemas
y de repente, se encontró con otro animal. Él se alegró mucho de haber encontrado
a alguien, ya que tenía los peores amigos del mundo. El dinosaurio se pensaba
que el pájaro sería como todos sus amigos, por eso le puso petardos en la
espalda. Cuando empezó a volar, el pájaro asustado quería quitarse los
petardos, pero no pudo, y murió. El dinosaurio siguió caminando por el bosque,
y como tenía hambre se comió otros pájaros. Más tarde, se sentía culpable, y
decidió que no mataría a nadie más, antes de conocerlo, ya que podía ser un animal
brillante.